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Las zapatillas de trabajo son un complemento laboral imprescindible para muchos trabajos. Por ejemplo, algunos trabajos manuales (como los que se desarrollan en el sector de la construcción, la fontanería o la electricidad) precisan de zapatillas antideslizantes. Sólo con estas se puede llevar a cabo la labor sin peligro para los trabajadores. Después, hay otros trabajos específicos que necesitan también calzado especial, como las zapatillas para enfermera y otros servicios (camarero, cocinero...).
En términos generales, una zapatilla para trabajar es un calzado adecuado para una actividad concreta. No se trata simplemente de un zapato deportivo para estar cómodo durante la jornada laboral, aunque se pretende siempre el confort del trabajador.
Su diseño está pensado en ofrecer unas características concretas que proporcionen unas zapatillas de trabajo de cómoda y que, al mismo tiempo, se adecúen a los requisitos del trabajo. Es decir, que tengan refuerzos si lo necesitan o porosidad si es lo más propicio.
Antes de adquirir un calzado para el trabajo, lo lógico es pensar en el tipo de uniforme que se tendrá que utilizar. Muchos trabajos ya cuentan con un uniforme propio facilitado por la empresa: equipo sanitario, servicios de hostelería y restauración, etcétera.
Sin embargo, en otras empresas es necesario adquirir unas zapatillas de trabajo cómodas que cada empleado se encarga de escoger. Aunque la primera intención puede ser comprar zapatos deportivos, lo ideal es pensar en el servicio que debe aportar esta parte del uniforme: Comodidad. Seguridad. Limpieza.
Una zapatilla de trabajo cómoda tiene que completar más funciones que la de aportar comodidad. Por eso, hay empresas dedicadas a la fabricación de calzado para uniformes de diferentes sectores.
Es sencillo escoger las mejores zapatillas cuando se conocen las especificaciones de la tarea que se va a realizar de manera profesional. Por eso, las características que se deben tener en cuenta son las más básicas de: comodidad, seguridad y limpieza.
Los trabajadores van a estar desempeñando su actividad laboral a lo largo de muchas horas cada día. Por esta razón, es imprescindible que el calzado resulte cómodo. Esta comodidad debe ir más allá de la primera puesta.
Es decir, debe proporcionar un apoyo bueno de la planta del pie, que permita mantener una postura ósea idónea para la complexión de cada trabajador. De esta manera, se evitan problemas de pisada a la larga, dolores de espalda o malas posturas y contracturas musculares.
Los calzados de trabajo suelen aportar diferentes características que se ajustan a las necesidades de cada labor profesional. Por ejemplo, cuando se trabaja con objetos pesados, es extremadamente importante escoger unas botas de seguridad o un calzado apto para recibir golpes o caídas de objetos pesados sin que se machaque el pie.
El calzado de seguridad es una necesidad en muchas profesiones, como las desarrolladas en almacenes o en obras. Además, se necesita buen agarre, por lo que las suelas antideslizantes son otra necesidad básica.
Existen campos profesionales dedicados a la salud o ubicados en entornos vulnerables en donde el calzado para trabajar tiene que cumplir de forma estricta el control de higiene. Por ejemplo, se puede ver esto en los zuecos de los sanitarios, que cuentan con una superficie fácil de limpiar y que, a su vez, es porosa para que el pie traspire en las largas horas de trabajo sin que se produzca un sobrecalentamiento en el pie que pueda atraer a bacterias.
De la misma forma, unos zapatos de obra deben estar preparados para que el agua resbale, quedando limpio y seco el interior.
Cuando se puede escoger el vestuario laboral, una de las cosas más importantes es el calzado. A fin de cuentas, se permanece muchas horas sobre los pies y, sin embargo, una camiseta siempre puede tener otra por debajo. Además, las malas posturas o la incomodidad en los pies puede provocar muchos problemas de salud a la larga. Es necesario evitar estos a toda costa. Por esta razón, siempre debe ser supervisado el calzado por la persona que lo va a usar, fijándose en formas, texturas y puntos de ventilación.
Las formas del zapato pueden alterar la pisada de quien los lleva. Además, hay algunas formas que resultan más cómodas que otras, dependiendo del tipo de pie que se tenga. Por si fuera poco, el tipo de planta de pie también influye en las comodidades de los calzados. Por ejemplo, cuando se tiene una planta huesuda, se necesita un grosor mayor de mullido. Cuando un calzado de trabajo no dispone de este espesor, se puede recurrir a otras formas para aportar comodidad y mullido. Por ejemplo, plantillas.
Hay plantillas para trabajar que pueden ayudar a la comodidad de las personas que llevan zapatos especiales para una actividad laboral concreta. Son especialmente importantes a la hora de calzarse si se tiene un problema de espalda. Estas pueden estar elaboradas de diferentes materiales, cuyo confort también pueden variar en su puesta. Entre ellas, se encuentran las plantillas de gel, que pueden aportar una comodidad extra y estar compuestas también de otros materiales que favorezcan la circulación o de áloe vera.
Cuando una plantilla para zapatos de trabajo está compuesta de materiales especiales, este hecho también ayuda a aromatizar el calzado. Es una característica importante al pensar en complementos de los zapatos de uniforme, siempre que se tenga un pie que sude, sea verano o se quieran evitar malos olores o ampollas de sobrecalentamiento. Además, la textura al pisar se vuelve mucho más agradable y puede ampliar la ventilación del pie. Para ventilar el pie, los zapatos deben tener aberturas o, en su defecto, ser abiertos o elevados.
Por lo tanto, es necesario escoger zapatillas de trabajo que se adapten a las necesidades fisiológicas de cada persona. Un calzado para trabajar tiene que ser útil y servicial, pero también cómodo y seguro.